Realmente una experiencia increíble que demuestra lo qué es
el hombre, lo que es capaz de hacer el ser humano.
Y salió del campo de concentración y se transformó en un
profesional de referencia mundial.
Profesor, psicólogo, médico, filósofo.
Esta obra se transformó en un éxito mundial y fue traducida a
cerca de 30 idiomas.
“El sufrimiento en cierto modo, deja de ser sufrimiento
cuando encuentra un sentido”, enseña.
Imaginemos por un momento esas condiciones infrahumanas
-leyendo el libro, con sus descripciones, es fácil visualizar esas terribles
imágenes-, en ellas resalta el cumplimiento del deber diario como acción que se
antepone a las circunstancias. Es en el propósito, en dónde encontramos la
motivación vital. Y ese propósito trascendental, debe ser un aporte para los
demás.
El autor va narrando las diferentes facetas de la vida en el
campo de concentración, y lo que significan las distintas facetas del ser
humano que allí, toman otra consideración. Entonces describe lo que era el
hambre, la humillación, el dolor, el manejo de la sexualidad, la política, la
religión, la ausencia de sentimientos, el humor, la suerte, los sueños que van
construyendo los prisioneros, y su contrario, la pérdida de las esperanzas,
cuando ya no hay más futuro que una muerte próxima.
Cuenta que tenía el libro casi escrito al entrar al campo. Lo
guardaba en un bolsillo, con la esperanza de salir del campo y poder publicarlo.
En un momento le arrebatan los escritos y los pierde a mano de los nazis.
Podría decirse que le habían robado su propósito. En cambio, transformó la
pérdida en fortaleza. Comenzó a tratar de recordar lo que había escrito, empezó
a memorizarlo. Al memorizar sus líneas, encontró -o se reencontró- con ese
propósito.
Eso le permitió ejercitar y mantener activa su mente,
recordando o memorizando cada una de las frases que había escrito en ese libro,
lo cual luego, por supuesto, materializó y llegó a nuestras manos y a las manos
de millones de personas en el mundo.
La libertad humana
En un pasaje recuerda que algunos hombres iban a
consolar a otros que estaban en condiciones más vulnerables y les ofrecían la
única ración de pan que les quedaba. Lo que para el autor es una prueba “irrefutable
de que al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad
humana -la libre elección de la acción personal ante las circunstancias- para
elegir el propio camino”.
Esto es fabuloso, maravilloso. Ni el más cruel adversario,
podrá nunca contra la libre elección de las personas. Y esto tiene una potente
conexión con el siguiente pasaje que quiero compartir, que demuestra, en todo
caso que ese límite se encuentra en la propia consciencia humana.
Cuenta el autor una situación que se da en el campo, poco
antes que la guerra finalizara: “una vez fui testigo de una dramática
demostración del estrecho vínculo entre la pérdida de fe en el futuro y este
peligroso abandono. F., jefe de mi barracón, famoso, compositor y libretista,
me confió un día:
- Me gustaría contarle algo,
doctor. He tenido un sueño extraño. Una voz me dijo que podía pedir un único
deseo, que bastaba con decir lo que quería saber y enseguida sería satisfecho.
¿Sabe qué pregunté? Quería saber cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe
lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Saber cuándo seríamos liberados y cuándo
terminarían nuestros sufrimientos.
- ¿Cuándo tuvo usted ese sueño?-
pregunté.
- En febrero- contestó. Nos
hallábamos a principios de marzo de 1945.
- ¿Y qué respondió la voz?
Casi furtivamente, me susurró:
- El 30 de marzo.
Cuando mi amigo F. me contó ese sueño, se hallaba aún
rebosante de esperanza y convencido de la veracidad de ese oráculo. Pero al
acercarse el día prometido las noticias sobre la guerra que llegaban a nuestro
campo menguaban las esperanzas de ser liberados en esa fecha. El 29 de marzo,
de improviso, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El 30 de marzo, el día
en que la voz le anunció el final de la guerra y de su sufrimiento, cayó en
estado de delirio y perdió la conciencia. El 31 de marzo falleció. Según todas las
apariencias, murió de tifus.
Quienes conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo
de una persona -su valor y su esperanza, o la falta de ambos- y la capacidad de
su sistema inmunológico comprenderán que la pérdida repentina de esperanza
puede desencadenar un desenlace mortal. La causa principal de la muerte de mi
amigo fue la profunda decepción que le produjo no ser liberado el día previsto.
En consecuencia, la resistencia de su organismo y su defensa se debilitaron,
dejándolo a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza y la voluntad
de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió a la enfermedad. Después de todo,
la voz de su sueño se hizo realidad”.
Es un buen momento para cerrar esta reseña y leer -o releer-
este maravilloso libro.
El hombre en busca de sentido, Víctor Frankl. Herder Editorial, S. L., Barcelona. 2022. 162 páginas.
